¿MAZAS CON CAMBIOS INTERNOS O DESCARRILADORES?: TECNOLOGIA MODERNA Y NO TAN MODERNA

   Cuando hablamos de cambios en la bicicleta, todos pensamos inicialmente en algo parecido a la foto que se ve abajo; en este caso es un descarrilador Acera de Shimano (de alta gama, aunque podría ser un Ultegra o un Tourney, del mismo fabricante) porque la foto es apropiada. También podría ser un Campagnolo, un Sram o un genérico, eso no es importante, lo que quiero señalar es que todos estamos familiarizados con este sistema de cambios de descarrilador y varios piñones.

   También puede combinarse con platos (dos o tres) y de allí se obtienen las copiosas multiplicaciones; aunque luego en la práctica comprobaremos que muchas de esas marchas se repiten y entonces los 21, 24 y/o 27 cambios terminan siendo siete u ocho, aproximadamente. Aunque la última tendencia es utilizar un solo plato (eliminando el desviador delantero) y un piñón de hasta 12 coronas que da, efectivamente, 12 velocidades distintas. El inconveniente en estos casos tiene que ver con el ancho de ese piñón, que no se puede adaptar a cualquier cuadro y que requiere una cadena especial (más fina que la 3/32"; la medida es 11/128") y un armado de rueda también especial, en exceso “aparaguado”. Claro está, que si vamos a hacer ciclismo de montaña su uso está perfectamente justificado. O también ciclismo de ruta, en donde los piñones pueden ser, por ejemplo, de 13-18, con un salto de sólo un diente de una corona a otra, porque allí la cadencia de la aceleración requiere cambios bien progresivos, y porque en ruta, además, se siguen usando dos platos.

   Hasta aquí la explicación (muy abreviada) de los sistemas de cambios con uno o dos descarriladores. No vamos a entrar en detalles o discusiones como la línea de cadena o el desgaste desparejo de las piezas simplemente porque, en las condiciones indicadas, son necesarios y prácticamente no pueden ser reemplazados, aunque dejo abierto ese “prácticamente”.

   En este otro apartado quisiera hablar de un sistema de cambios relativamente nuevo, o no tan nuevo, o más bien tan antiguo como el citado anteriormente. Sí, las mazas con cambios internos datan de fines del siglo XIX y principios del XX. La primera se fabricó en serie en Inglaterra en el año 1902, y se llamaba The Hub; tenía dos velocidades.

   Con los años se fueron perfeccionando y hoy las hay de 3, de 7 y de 11 marchas distintas (por eso antes dije “prácticamente”), aunque puede haber de más, e incluso más novedosas; la Duomatic de Sturmey Archer es de dos velocidades y no requiere de un shifter para realizar la variación, se hace con un ligero toque de las palancas hacia atrás, sin cables, sin manijas y hasta hay un modelo que incluye también freno contrapedal. Pero de todas estas, me voy a centrar en las de 3 velocidades, porque son las más comunes, las más económicas y porque distintas marcas las producen en serie: Sram, Rohloff, Shimano, Sturmey Archer, entre otras.

   Con o sin freno contrapedal (eso no nos importa ahora, en la foto a continuación vemos una sin freno incluido), hay una gran variedad para elegir y, para la ciudad, parecen ser la opción más acertada. Actualmente también las hay con freno a disco o a campana, pero como he dicho, estos no son más que accesorios, lo que nos compete aquí son los cambios en sí, no obstante, no dejan de ser agregados interesantes. Lo increíble, lo inexplicable, es porqué un sistema de cambios se popularizó al punto de abarcar más del 90 por ciento del mercado durante un poco más de un siglo, y el otro (las mazas con cambios internos) sigue siendo una novedad para muchos ciclistas, aún hoy, a más de un siglo del inicio de su fabricación en serie, con aquel sencillo modelo de dos velocidades fabricado en Inglaterra en 1902.

   Como mencioné anteriormente, una cosa es el ciclismo profesional o semiprofesional y otra el uso urbano. Si utilizo la bicicleta para realizar unos 10 ó 20 kilómetros diarios en ciudad, probablemente no necesite 27 velocidades, ni siquiera 11, y una maza de 3 cambios internos (que además puede incluir freno) parece ser una idea inteligente; una perfecta línea de cadena, mantenimiento casi nulo, simplicidad y, contrariamente a uno de los argumentos que se suelen esgrimir en contra de estos sistemas de cambios, no hay variación significativa en el peso. Está claro que dichas mazas son más pesadas que las convencionales, pero si le restamos el peso del descarrilador, del piñón múltiple, los eslabones extra en la cadena más la maza tradicional (porque los otros sistemas también llevan maza) el peso se equilibra. En todo caso, se trataría ya más de una cuestión de gustos el usar uno u otro sistema de cambios, pero el peso no tiene nada que ver.

   Vamos a tomar como ejemplo la relación que más se utilizó durante los años 90 en las bicicletas de montaña: 3 platos (generalmente de 28, 38 y 48 dientes) y 6 piñones de 14 a 28 dientes, con saltos que pueden variar levemente de un fabricante a otro. La multiplicación nos da 18 velocidades diferentes que, por las repeticiones y el sentido común (no se usa el plato de 28 con el piñón de 14 como así tampoco el plato de 48 con la corona de 28) nos da unas 8 velocidades reales. La más larga o pesada, arroja una relación de 3,43 y la más liviana de 1. El punto intermedio estaría aproximadamente en 2,21 que podría ser el plato de 38 con la corona de 18, o el de 48 con la corona de 24, y aquí ya empezamos a ver las repeticiones. Pero convengamos que 2,21 es una buena relación media para la ciudad. Las mazas con 3 cambios internos vienen (si se compra el conjunto completo) con una relación de 38 a 19 ó de 40 a 20. Como sea, es una relación que duplica exactamente el giro de la rueda trasera por cada vuelta completa de pedal, y es la que recomiendan los fabricantes para asegurar una larga vida de los componentes. Bastante parecido a los 2,21 de la media en los sistemas de descarriladores. La variación de aquellas mazas es de más 38 por ciento (para la tercera velocidad) y menos 25 por ciento para la primera, siempre en referencia a la directa que es de 2 (decimos directa porque en efecto el segundo cambio no es ningún cambio en realidad, sino la mera relación entre el plato y el piñón). Una primera velocidad de 1,5 (equivalente al plato de 38 y la corona de 24) y una tercera de 2,76 aproximadamente, ya que algunas marcas suman el 38 y otras el 37 por ciento, lo que equivaldría a un plato de 48 dientes y una corona de 18. Como dije antes, si vamos a escalar una montaña es otro asunto, pero para la ciudad parece ser más que suficiente el espectro que abarcan esas mazas de 3 cambios internos, que, por cierto, son más largos (algo así como las viejas cajas de cambios al volante en las camionetas de antaño y las cajas de 6 velocidades que traen los autos hoy en día) pero, para el llano, son perfectamente utilizables.

   Contrariamente a lo que pueda parecer, no es este un artículo a favor de uno u otro sistema de cambios, sino simplemente una idea más o menos detallada de a qué uso se podría aplicar adecuadamente cada uno. A mí, que pedaleo en la ciudad a diario, me funcionan de maravilla las mazas de cambios internos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿El cuento de las Fixies?